Las contribuciones de Pasteur a la ciencia fueron numerosas,
y se iniciaron con el descubrimiento de la isomería óptica (1848) mediante la
cristalización del ácido racémico, del cual obtuvo cristales de dos formas
diferentes, en lo que se considera el trabajo que dio origen a la
estereoquímica.
Estudió también los procesos de fermentación, tanto
alcohólica como butírica y láctica, y demostró que se deben a la presencia de
microorganismos y que la eliminación de éstos anula el fenómeno
(pasteurización). Demostró el llamado efecto Pasteur, según el cual las
levaduras tienen la capacidad de reproducirse en ausencia de oxígeno. Postuló
la existencia de los gérmenes y logró demostrarla, con lo cual rebatió de
manera definitiva la antigua teoría de la generación espontánea.
Tras pasar varios años investigando e
impartiendo clases en Dijon y Estrasburgo, en 1854 Pasteur marchó a la
Universidad de Lille, donde fue nombrado catedrático de química y decano de la
facultad de ciencias. Esta facultad se había creado, en parte, como medio para
aplicar la ciencia a los problemas prácticos de las industrias de la región, en
especial a la fabricación de bebidas alcohólicas. Pasteur se dedicó de
inmediato a investigar el proceso de la fermentación. Aunque su convicción de
que la levadura desempeñaba algún tipo de papel en este proceso, no era
original, logró demostrar, gracias a sus anteriores trabajos sobre la
especificidad química, que la producción de alcohol en la fermentación se debe,
en efecto, a las levaduras y que la indeseable producción de sustancias (como
el ácido láctico o el ácido acético) que agrian el vino se debe a la presencia
de organismos como las bacterias. La acidificación del vino y la cerveza había
constituido un grave problema económico en Francia; Pasteur contribuyó a
resolver el problema demostrando que era posible eliminar las bacterias
calentando las soluciones azucaradas iniciales hasta una temperatura elevada.
Pasteur hizo extensivos estos estudios a otros problemas, como la conservación
de la leche, y propuso una solución similar: calentar la leche a temperatura y
presión elevada antes de su embotellado. Este proceso recibe hoy el nombre de
pasteurización.
Otra gran investigación fue La vacuna contra la rabia,
Pasteur dedicó el resto de su vida a investigar las causas de diversas
enfermedades -como la septicemia, el cólera, la difteria, el cólera de las
gallinas, la tuberculosis y la viruela- y su prevención por medio de la
vacunación. Es especialmente conocido por sus investigaciones sobre la
prevención de la rabia, llamada también hidrofobia en la especie humana. Tras
experimentar con la saliva de animales afectados por la enfermedad, Pasteur
llegó a la conclusión de que la enfermedad residía en los centros nerviosos:
inyectando un extracto de la médula espinal de un perro rabioso a animales
sanos, éstos mostraban síntomas de rabia. Estudiando los tejidos de animales
infectados, sobre todo de conejos, Pasteur consiguió desarrollar una forma
atenuada del virus que podía emplearse en inoculaciones.
En 1885 llegaron al laboratorio de Pasteur un muchacho y su madre. El joven
había sufrido graves mordeduras de un perro rabioso y su madre le pidió a
Pasteur que le tratara con su nuevo método. Al final del tratamiento, que
duraba diez días, el muchacho estaba siendo inoculado con el virus de la rabia
más potente que se conocía; se recuperó y conservó la salud. Desde entonces,
miles de personas se han salvado de la enfermedad gracias a este tratamiento.
Las investigaciones de Pasteur sobre la rabia inspiraron la creación, en 1888,
de un instituto especial para el tratamiento de la enfermedad en París. Este
acabó llamándose Instituto Pasteur, y fue dirigido por el propio Pasteur hasta
su muerte. (El Instituto sigue adelante y es uno de los centros más importantes
del mundo para el estudio de enfermedades infecciosas y otros temas relacionados
con los microorganismos, incluyendo la genética molecular). Cuando le llegó la
muerte en St. Cloud el 28 de septiembre de 1895, Pasteur era ya considerado un
héroe nacional y había recibido todo tipo de honores. Se celebró un funeral
propio de un jefe de estado en la catedral de Notre Dame y su cuerpo fue
inhumado en una cripta en el instituto que lleva su nombre.